DEFENDAMOS LO PÚBLICO
La educación es concebida como un recurso social para alcanzar la igualdad entre grupos como ricos y pobres, hombres y mujeres, y distintos grupos étnicos, etcétera.
Iván Illich desmontaría este argumento, pues sostiene, en primer lugar, que la escuela pública beneficia más a los ricos debido a que no tienen que invertir en educación, lo que aumenta su poder adquisitivo, pero deja a las clases pobres en la misma situación. Además, sostiene que los niños son alineados de tal forma que todos son preparados y tratados de manera uniforme para las distintas oportunidades laborales del futuro, en las cuales no se les permite salir de la pobreza.
En segundo lugar, Illich argumenta que las instituciones escolares no son la única manera de adquirir aprendizaje, ya que una gran parte de él se obtiene en un contexto informal mediante la práctica. La escuela formal, por su parte, emplea un modelo rígido que impide la exploración de otros saberes y no prepara adecuadamente para la vida laboral. Esta diferencia se puede observar en el bachillerato y los grados de formación profesional. En el primero, únicamente llenan la cabeza de los estudiantes con conocimientos que deben ser expulsados en un examen, sin ofrecer ningún tipo de práctica para el ámbito laboral. Sin embargo, los grados incluyen la práctica en su metodología, lo que proporciona experiencia laboral, abre puertas y mejora el rendimiento en el futuro mercado de trabajo.
Finalmente, en otro argumento, Illich, habla de que la educación y el sistema que la rige es una organización cerrada que no deja intervenir en la enseñanza a personas con cualidades muy valiosas. Pues los maestros se monopolizan con una acreditación exclusiva que impide la impartición de conocimiento a aquellas personas que no dispongan de ella, privando a los estudiantes de otro tipo de maestros y otro tipo de conocimientos.
Sin embargo, yo, como estudiante de la Comunidad de Madrid, observo otra desigualdad. Sin basarme en la teoría de Illich, me refiero a la reducción de la financiación destinada a las escuelas, institutos y universidades públicas. El problema reside en que los fondos destinados a las instituciones públicas son cada vez menores, lo que implica el crecimiento de las instituciones privadas. Como consecuencia, aquellas personas que no pueden permitirse una educación privada están quedándose progresivamente fuera del sistema educativo. De esta manera, la mayoría de la población no puede acceder a una educación de calidad y deja de estar amparada por las instituciones públicas, eliminando definitivamente su capacidad de cualificarse para el futuro.
Estudiar en una universidad pública requiere una inversión mínima de aproximadamente mil quinientos euros mínimo por la matrícula. Las universidades tratan de conceder becas para aquellas familias que no pueden asumir ese gasto abriendo sus puertas a los más vulnerables. Sin embargo, la reducción de fondos limita la posibilidad de otorgar becas a estudiantes y de destinar recursos a proyectos de investigación, entre otras muchas consecuencias. De este modo, los pobres dejan de tener oportunidades y los ricos se colocan nuevamente en la casilla de salida.
¡NO DEJEMOS QUE NOS ARREBATEN NUESTROS DERECHOS PÚBLICOS, PORQUE SI NO!:
Estoy totalmente de acuerdo contigo Pilar, tenemos que defender los servicios públicos, especialmente la educación pública de calidad!!!
ResponderEliminarMe parece muy acertado lo que dices del sistema educativo público, ya que no permite a todo el mundo tener las mismas posibilidades para alcanzar el nivel educativo que se quiera
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo Pili. En nosotros reside el cambio, a seguir luchando por defender los servicios públicos!!
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